Quien todavía no haya oído hablar de los 'mini jobs' -minitrabajos- ya puede
ir familiarizándose con el término. Son contratos de baja remuneración y máximo
15 horas de trabajo a la semana que están funcionando en Alemania desde 2003. El BCE ha
recomendado a España aplicar ese mismo modelo, la CEOE lo ha
defendido también y Rajoy tendrá que estudiarlo.
En Alemania no está regulado el salario mínimo interprofesional y un 'mini
job' tipo cuenta con un salario de 400 euros al mes, pero el trabajador
no paga impuestos y puede hacer de forma voluntaria aportaciones a los
sistemas sociales.
En el 'mini job' más extendido, el empleado añade el 4,5% de los ingresos a
la cuota del 15% que paga el empresario al seguro de pensiones. La parte
contratante abona el 2% a Hacienda y el 28% a la Seguridad Social; el 15% al
seguro de pensiones y el 13% al de enfermedad. El empresario termina pagando
por trabajador unos 120 euros al Estado, el 30%.
Las personas bajo este régimen laboral, que en Alemania son 6,8
millones de trabajadores según los últimos datos, tienen derecho a
vacaciones pagadas, bajas por maternidad y enfermedad, además de a los plazos
de despido.
En los casos en los que tienen hijos a su cargo o se acogen a otras
condiciones, tienen derecho a una ayuda social que completa esos ingresos, de
forma que no es el Estado el que ocupa de la manutención al 100%. Si el
trabajador tiene que desplazarse, el Estado le paga el medio de transporte.
Repartidores, limpiadoras del hogar, cuidadores de niños o ancianos,
pintores, camareros para las horas punta así como estudiantes son los destinatarios más habituales de esta modalidad contractual en Alemania.
En definitiva, mano de obra precaria y muy barata es la esencia de los llamados minijobs
o miniempleos. Un
mal menor, según la patronal, para reducir la elevada tasa de paro. Sin
embargo, sindicatos y expertos ven en ellos "la trampa de la
precariedad" y dudan de su eficacia para dinamizar el mercado de trabajo.
Aunque la idea fue lanzada hace unos días por el presidente de la CEOE, Juan
Rosell, el concepto ya aparecía en la carta que el Banco Central Europeo envió
en agosto al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cuyo
contenido exacto se desconoce. Rosell asegura que la patronal cuenta con
encuestas entre parados que muestran su aceptación. "Ellos apuestan por
eso", afirmó.
Los analistas creen que sustituiría los contratos existentes sin crear
empleo.
No obstante, el propio comisario de Empleo de la Unión Europea, László
Andor, advirtió el pasado miércoles de que los miniempleos no son "la
única solución" para afrontar el paro, especialmente el juvenil, y que,
en todo caso, deberían enmarcarse en una estrategia más amplia. Andor hizo
estas declaraciones el día en que presentó un informe que alertaba sobre la
alta tasa de trabajadores pobres en España, debido precisamente al aumento de
la temporalidad, del empleo a tiempo parcial ya las bajas remuneraciones.
01. Trabajo por horas: Ya existe
El comisario europeo Andor ha advertido de la precarización laboral en
España.
"Ya se pueden hacer contratos parciales, temporales, por días o por
horas para adaptarse a cualquier proceso productivo. Ya hay gente trabajando
tres o cuatro horas. Los minijobs no aportarían nada desde ese punto
de vista a los empresarios", afirma Santos Ruesga, Catedrático de Economía
Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid. El trabajo a tiempo
parcial, tal y como está regulado actualmente, ya permite una
"flexibilidad absoluta", advierte Joaquín Pérez Rey, profesor de
Derecho del Trabajo de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Los salarios de los contratos parciales son proporcionales a la parte de la
jornada que se trabaje. Es decir, si el salario fijado para una jornada
completa es de mil euros, las personas contratadas para hacer la mitad de esas
horas cobrarán 500 euros. Cuentan, además, con las llamadas horas
complementarias, que el empresario puede añadir a la jornada laboral ordinaria
en caso de necesidad y siempre que preavise al trabajador.
El contrato a tiempo parcial ya permite flexibilidad absoluta al empleador.
02.- No crea empleo. Efecto sustitución
Que la legislación laboral no crea empleo per se es algo que se ha
constatado con la última reforma aprobada hace casi año y medio. Santos Ruesga
alerta sobre el "efecto desplazamiento" que podrían tener los
miniempleos. Los contratos temporales o parciales actuales, con salarios de 600
u 800 euros, se sustituirían por minijobs de 400 euros. "A
corto plazo, en ningún caso crearía puestos de trabajo netos. Unos trabajadores
serían sustituidos por otros en la cola del paro", señala.
Joaquín Pérez Rey insiste en que, con la mera modificación de un contrato,
"es imposible crear empleo. Un empresario contrata cuando lo
necesita" y plantillas consolidadas podrían desaparecer para ser
sustituidas por trabajadores precarios.
03.- Menos derechos: Crece la precariedad
La implantación de los minijobs supondría un aumento de la
precariedad laboral: salarios más bajos, peores cotizaciones, peores
prestaciones y difícil acceso a las pensiones de jubilación. "Lo que se
quiere es reducir el pago a la Seguridad Social, porque mucha gente, sobre todo
en el sector de la hostelería, ve cómo sus contratos a tiempo parcial suponen
horarios de jornada completa en los que la mitad se paga en negro",
dice Albert Recio, profesor de Economía Aplicada de la Universitat Autònoma de
Barcelona.
Para Ruesga, implicaría además el aumento del pluriempleo, ya que muchas
personas se verían obligadas a tener varios trabajos para subsistir, lo que aumentaría
la demanda de trabajo. Recuerda también que, en el caso alemán, estos salarios
bajos son completados con subsidios del Estado. "Lo que se pretende es
asignar a los trabajadores una protección social inferior. Esto crearía una
volatilidad brutal, de forma que, en tiempos difíciles, estos empleos se
destruirían con increíble facilidad", explica Joaquín Pérez Rey.
04.- Objetivo, la mujer: Discriminación indirecta
El tiempo parcial se ha convertido en una especie de gueto laboral para las
mujeres. De los 2,3 millones de personas que trabajan a tiempo parcial, 1,8
millones son mujeres. De ellas, casi un millón dice trabajar con este tipo de
jornada por no haber encontrado otra cosa y casi 300.000 por tener que
compatibilizarla con el cuidado de niños o dependientes (frente a sólo 10.000
hombres). El secretario de Acción Sindical de UGT, Toni Ferrer, recuerda que en
el caso de los minijobs alemanes, el 80% corresponde a mujeres.
Pérez Rey no tiene duda de que las destinatarias principales serían las
mujeres, lo que ahondaría en su "discriminación laboral indirecta".
"La degradación del tiempo parcial implicaría la degradación del empleo de
las mujeres", explica. Supondría para ellas peores prestaciones y que
generasen peores carreras de cotización de cara a la jubilación.
05.- Segregación: Un mercado dual
"Estos contratos generan una especie de estado de excepción laboral.
Supone entrar en un terreno en el que parte de los derechos resultarían de muy
difícil aplicación", subraya el profesor de la Universidad de Castilla-La
Mancha. Es decir, aumentaría la dualidad del mercado de trabajo, la brecha
entre unos trabajadores y otros. "Implicaría que el 20% de la población
trabajadora estuviera a enorme distancia del resto", asegura Santos
Ruesga, que alerta también de que, lejos de ser un contrato de transición a un
empleo estable, buena parte de los minijobs acaban enquistándose y
cerca de un 80% de los trabajadores con estos contratos no logran salir del
círculo del empleo precario.
06. Ruina de la pyme: Deprime el mercado
Para Juan Torres, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de
Sevilla, la CEOE no sólo está lanzando propuestas que perjudicarían al
trabajador. La práctica totalidad del tejido empresarial español, constituido
por las pymes, también se vería dañado. En opinión de Torres, las grandes
empresas, las multinacionales españolas que tienen ya buena parte de su negocio
fuera, dirigen hoy la patronal. Por eso, no les importa tanto que caiga el
poder adquisitivo en España y con ello el consumo de los hogares, ya muy
afectado. Para ellas, es más importante minimizar aquí los gastos y seguir echando
el resto en los países con mayor potencial de crecimiento. Pero, para las
pymes, esa situación de empobrecimiento de su principal mercado es nefasta.
"Las declaraciones del presidente de la patronal son una aberración
económica y rompen con la idea que se tenía de los empresarios", con su
teórica "misión de crear riqueza", comenta Torres. "El
empresario se ha convertido en un creador de pobreza y eso es la ruina de la
pyme",añade. Esa situación, en la que los empresarios de las grandes
corporaciones se convierten en "mataempresas", le lleva a defender
que "es el momento de que la sociedad se haga con las empresas que están
arruinando a la pyme. La política que hay que hacer es la que convenga a las
empresas que más empleo aportan en España".
En su opinión, "al margen de la falta de equidad, empobrecimiento y
vuelta al siglo XIX, vamos a una depresión continuada por la falta de
demanda". Torres alerta contra "esa locomotora en que se han
convertido los dirigentes empresariales, que viaja hacia atrás en el tiempo.
Hay que desengancharse de ella. Desengancharse de la gran patronal".