Estamos en tiempos de crisis, es obvio. Pero sobre todo estamos en tiempos de cambios.
En una época preñada de cambios profundos: desde nuevos hábitos de
consumo hasta una manera distinta de afrontar las relaciones laborales.
Y los que hemos dedicado nuestra
vida a pelear por los intereses de la gente que trabaja o que quiere
trabajar nos encontramos, sin comerlo ni beberlo, en el centro de la
polémica. Nos atacan, y mucho. Pero porque no encuentran otra manera de arremeter contra las servicios públicos básicos, contra el Estado del Bienestar para poder cambiarlo a su antojo sin nadie que les plante cara. Quieren cargárselo.
Lo justifican argumentando que no existe otra manera de crear empleo. Y esa es la gran paradoja. Aquello por lo que hemos luchado siempre, el empleo, se convierte ahora en la gran coartada de los que manejan los hilos para utilizarlo contra los intereses de quienes trabajan o quieren trabajar desesperadamente.
El empleo parece que
justifica ahora que los trabajadores tengan que perder sus derechos
básicos fundamentales. Y encima estar agradecidos. El empleo se
convierte en el eje de todo, pero un empleo donde no se tiene en cuenta a
los trabajadores, ni sus derechos. Ni siquiera se tiene presente el
tipo de empleo: tú necesitas trabajar, ¿no? Pues a tragar.
Se nos sitúa a los sindicatos en el centro de la polémica, pero las empresas que han despedido a millones de trabajadores nunca están en cuestión.
Ahora tampoco. ¿Dónde se han metido todas aquellas empresas que decían
que en Andalucía iba a haber trabajo para todo el mundo? De pronto han
despedido a medio millón de personas en el último año y medio y nadie alza la voz contra ellos.
Y para más inri, continuamos teniendo el dinero en los bancos. En los mismos bancos que lo usan para especular en los mercados financieros contra la deuda.
Y no hemos hecho nada contra el sistema financiero. Los bancos son
bancos porque tienen clientes, y los que somos sus clientes no nos
cuestionamos levantarnos contra ellos o exigir, por ejemplo, una banca
pública.
Cuando en mayo del año pasado UGT Andalucía planteó que hacía falta una Banca Pública en nuestra autonomía que pudiera prestar dinero a los pequeños comerciantes, a las pymes en general... se nos tachó prácticamente de locos.
¿Y ahora qué?
M.P.
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