El día a día de los trabajadores que dependen de los ayuntamientos en
quiebra consiste en cumplir la jornada y buscar luego la manera de
llevar dinero a casa.
La plaza central, El Arenal, de la quinta ciudad de Andalucía, Jerez de
la Frontera, con más de 200.000 habitantes y con una deuda per cápita de
470 euros, es un pandemónium. Panorama: un simposio de tiendas Quechúa
de los indignados, que nunca se marcharon de aquí porque en Jerez hay
mucha indignación; una gigantesca pancarta de los trabajadores de la
televisión local, Onda Jerez, a los que la nueva alcaldesa, la popular
María José García Pelayo, vencedora por mayoría absoluta tras una
legislatura de desastrosa gestión de la socialista Pilar Sánchez, ha
anunciado un ERE brutal que acabará con más del 60% de la plantilla; y
un autobús de cartón rosa que representa la protesta de los empleados de
la concesionaria de transporte público, que no cobran desde hace meses y
que llevan en huelga ya más de diez semanas. Y, siendo todo esto
sangrante, quizá lo más sangrante en Jerez, donde el personal municipal
cobra 450 euros a principios de mes y el resto en goteos, es la
situación de las trabajadoras de Acasa, que se encargan de la atención
domiciliaria.
En la sede de la CGT en Jerez están Ana y María con su traje blanco de trabajo. Acaban de llegar de las citas que tienen asignadas. Sus citas son ancianos sin movilidad, atrapados en muchos casos en sus pisos sin ascensor. Cada día viven entre miserias. Ellas llevan su propia miseria. "Mis hijos me preguntan que por qué si estoy todo el día fuera nunca tenemos dinero". Los trabajadores de Acasa no cobran regularmente desde tiempo inmemorial. Ayuntamiento y Junta no aportan las cantidades mínimas para sufragar los sueldos, que en ningún caso llegan a los 900 euros.
Ana y María son un ejemplo extremo de hasta dónde está llegando la situación de impago con las asistencias básicas. Empieza María suave: "Como te pagan, si te pagan, tarde, el banco se lleva 80 euros por retraso. Estoy separada, mi ex no pasa la pensión. A mi hija de trece años no le he podido aún comprar los cuadernos del instituto y ya estamos en octubre". Ana es una madre soltera con dos niños de 8 y 4 años. Tampoco tiene para el material escolar y eso que este mes ha cobrado el 22% de 730 euros: "¡Somos ricos!"
Hambre no pasan porque está Cáritas, las vecinas, la familia y una iglesia, Centro Cristiano Nuevo Caminar, que obedece al salmo 136;25 en el que se dice "Da alimento a todo ser viviente porque para siempre es su misericordia". Subrayan el nombre "porque organiza recogidas de alimentos y hay mucha gente en nuestra situación que le ha cogido esto sin ahorros y cuando se pasan un tiempo sin cobrar tienen que recurrir a ellos".
Pero, mientras se pueda, todo funciona en el caos. "En el bar de enfrente de mi casa están pendientes. El otro día me dijeron 'acabamos de sacar una paellita, llévate y pruébala a ver cómo ha salido", cuenta Ana. Y sus hijos ese día comen paella, que quisieran completar con un zumo. "¿Hay zumo, mamá?" "No, hijo, no hay zumo". En la casa, de alquiler, habitualmente no hay ni una moneda y si mantiene la casa es porque la casera, "una buena persona",le dice "no te preocupes, que sé lo que estás pasando. Cuando buenamente puedas me vas pagando". Y entonces va llegando el dinero, a cuentagotas, y ella va pagando como buenamente puede. Acude de casa a casa con su motocicleta, apurando la gasolina. Dos euros por día. Otras compañeras han descubierto la bicicleta.
Los hijos aportan ideas. "Metamos moneditas en una bolsa, mamá, para cuando no tengamos para el pan". Las moneditas son cobre, céntimos. En ese cobre se resume la macroeconomía, magia palabrera, pero los niños aprenden muy rápido que no hay magia: "Si no hay para mi regalito de Reyes, no te prerocupes..." Sus hijos descubrieron pronto que los Reyes no existen.
Alguna vez, nunca se sabe cuándo, llega el dinero que sirve para ir tirándolo al pozo sin fondo de las deudas. Ana y María, que prefieren no pensar lo que deben a sus familias (¿1.800 euros, 2000?) están ante mí y parecen enteras. Hay que tener mucho coraje para decirle a un hijo después de llegar agotada a casa, "trabajo, pero no tengo dinero". Y Ana cuelga su mirada de una pared para suspirar "he tocado fondo".
Los datos municipales de la provincia hablan por sí solos. Lo que se conoce como deuda viva , el débito que los ayuntamientos mantienen con las entidades financieras, alcanzó a 31 de diciembre de 2010, el último que ha publicado el Minsiterio de Hacienda, los 667 millones de euros, 20 millones más de lo que tiene una comunidad autónoma entera como el País Vasco. La 'deuda viva' es un termómetro porque sobre esa deuda bancaria repercute todo lo demás, la otra deuda, que es la que asfixia a proveedores, concesionarias y trabajadores. Y la deuda viva también es el mejor ejemplo del comportamiento de munícipes manirrotos, envalentonados por el dinero del ladrillo, creyéndose pequeños reyes de Taifas, eternos en una megalomanía de pueblo. Las plantillas infladas, los favores pagados, el amiguismo de las asesorías, las cuitas políticas de bar de plazoleta han llevado a muchos ayuntamientos de la provincia a esta situación límite en la que sólo la solidaridad vecinal, no podía ser de otra forma, palía el descalabro.
Detrás de Madrid y Barcelona, la provincia es la que tiene más municipios en el ranking de los cien más endeudados de España. Durante años se ha aceptado como real una ficción en los ayuntamientos. La presentación de los presupuestos suponía el ejercicio de prestidigitación por el cual sobre el papel el balance de ingresos y gastos era el mismo. Pero esto nunca fue así. Esa ficción fue devorando capítulos presupuestarios, empezando por el de los proveedores y las concesionarias hasta que la mentira no pudo sostenerse más y llegó al capítulo sagrado, el Uno, donde se recogen los gastos de personal.
Es lo que se le sucede al alcalde de Puerto Serrano, Pedro Ruiz, de Izquierda Unida, que sugiere entregarle las llaves del Ayuntamiento a la Junta o a la Diputación para que lo gestionen ellos... si pueden. "Las administraciones, además, están provocando que las deudas se vayan haciendo insalvables ya que van delegando sobre los ayuntamientos funciones y no las van dotando presupuestariamente y lo poquito que tienen que pagar tampoco lo pagan". Los pocos empleados municipales lo entienden todo, pero lo que necesitan es cobrar, algo que no ocurre desde el pasado mes de junio. De momento, Ruiz se defiende con gestos. Afirma no haber cobrado ni un euro desde que ganó las elecciones y seguirá sin hacerlo mientras no pueda pagar a los trabajadores.
Lo que piensa Ruiz no es una reflexión aislada. El flamante presidente de la FEMP, que engloba a los municipios de toda España, Juan Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla, considera que "las autonomías y el Gobierno tiene que pagar aquello que les corresponde y no derivar a los ayuntamientos aquello que no tienen que pagar. Lo que deben hacer es saldar por lo menos las deudas que tienen con los consistorios con el objetivo de no incrementar la mala situación de las finanzas municipales". Según Zoido, los órganos superiores maquillan parte de su deuda traspasándola a los ayuntamientos y son los ayuntamientos los que tienen que dar la cara ante los ciudadanos y, ahora también, ante los trabajadores a los que no pueden pagar.
En Barbate ya ni fían en las tiendas. El desplome económico de esta localidad señera en la pesca del atún, azotada desde múltiples frentes, con su flota pesquera arruinada, es dramático. José Ramón Torres, portavoz de UGT en Barbate, afirma que "son muchos los empleados municipales que ya no tienen ni para las necesidades más básicas. No estamos hablando de pagar la hipoteca o la letra del coche. No tienen para comer". Rafael Quirós, uno de los pocos socialistas que retuvo la alcaldía en las pasadas elecciones municipales, ha hecho malabarismos para pagar la extra del pasado verano... el pasado viernes. Las cuatro últimas nóminas no se han pagado, pero es que la deuda sobre deuda hace imposible la liquidez. Con casi 400 empleados municipales, Barbate lleva renqueando cuatro años para atender los pagos. La prueba de que el dinero no llega está en que Endesa ha decidido cortar la luz a las instalaciones municipales de Servicios Sociales. Quirós ha abanderado una rebelión de alcaldes solicitando una amnistía. "O se empieza desde cero o habrá que cerrar los ayuntamientos".
En La Línea, donde se han registrado quizá las protestas más radicales, el Patrica, irregular acróstico de Tributos de Participación de la Comunidad Autónoma, ha acudido al rescate del gobierno municipal, que ya no sabía cómo detener la ira de unos empleados a lo que se les adeudaba el sueldo desde el pasado mes de junio, condenados a pasar un verano a dos velas.
Mientras, en la cercana Los Barrios, con otro verano de impagos, el curso empezó el 1 de septiembre con las puertas del Ayuntamiento selladas con silicona por los propios trabajadores. El alcalde, el andalucista Jorge Romero, no pudo hacer mucho más que encogerse de hombros y recordar que esta pataleta supondría un gasto imprevisto en cerraduras. Cuando la situación llega al límite, el más pequeño hace sonar la caja registradora. Y, al fin y al cabo, hasta una cerradura, la que muchos alcaldes sellarían en sus ayuntamientos, cuesta un dinero. Es el tiempo de los cerrajeros.
En la sede de la CGT en Jerez están Ana y María con su traje blanco de trabajo. Acaban de llegar de las citas que tienen asignadas. Sus citas son ancianos sin movilidad, atrapados en muchos casos en sus pisos sin ascensor. Cada día viven entre miserias. Ellas llevan su propia miseria. "Mis hijos me preguntan que por qué si estoy todo el día fuera nunca tenemos dinero". Los trabajadores de Acasa no cobran regularmente desde tiempo inmemorial. Ayuntamiento y Junta no aportan las cantidades mínimas para sufragar los sueldos, que en ningún caso llegan a los 900 euros.
Ana y María son un ejemplo extremo de hasta dónde está llegando la situación de impago con las asistencias básicas. Empieza María suave: "Como te pagan, si te pagan, tarde, el banco se lleva 80 euros por retraso. Estoy separada, mi ex no pasa la pensión. A mi hija de trece años no le he podido aún comprar los cuadernos del instituto y ya estamos en octubre". Ana es una madre soltera con dos niños de 8 y 4 años. Tampoco tiene para el material escolar y eso que este mes ha cobrado el 22% de 730 euros: "¡Somos ricos!"
Hambre no pasan porque está Cáritas, las vecinas, la familia y una iglesia, Centro Cristiano Nuevo Caminar, que obedece al salmo 136;25 en el que se dice "Da alimento a todo ser viviente porque para siempre es su misericordia". Subrayan el nombre "porque organiza recogidas de alimentos y hay mucha gente en nuestra situación que le ha cogido esto sin ahorros y cuando se pasan un tiempo sin cobrar tienen que recurrir a ellos".
Pero, mientras se pueda, todo funciona en el caos. "En el bar de enfrente de mi casa están pendientes. El otro día me dijeron 'acabamos de sacar una paellita, llévate y pruébala a ver cómo ha salido", cuenta Ana. Y sus hijos ese día comen paella, que quisieran completar con un zumo. "¿Hay zumo, mamá?" "No, hijo, no hay zumo". En la casa, de alquiler, habitualmente no hay ni una moneda y si mantiene la casa es porque la casera, "una buena persona",le dice "no te preocupes, que sé lo que estás pasando. Cuando buenamente puedas me vas pagando". Y entonces va llegando el dinero, a cuentagotas, y ella va pagando como buenamente puede. Acude de casa a casa con su motocicleta, apurando la gasolina. Dos euros por día. Otras compañeras han descubierto la bicicleta.
Los hijos aportan ideas. "Metamos moneditas en una bolsa, mamá, para cuando no tengamos para el pan". Las moneditas son cobre, céntimos. En ese cobre se resume la macroeconomía, magia palabrera, pero los niños aprenden muy rápido que no hay magia: "Si no hay para mi regalito de Reyes, no te prerocupes..." Sus hijos descubrieron pronto que los Reyes no existen.
Alguna vez, nunca se sabe cuándo, llega el dinero que sirve para ir tirándolo al pozo sin fondo de las deudas. Ana y María, que prefieren no pensar lo que deben a sus familias (¿1.800 euros, 2000?) están ante mí y parecen enteras. Hay que tener mucho coraje para decirle a un hijo después de llegar agotada a casa, "trabajo, pero no tengo dinero". Y Ana cuelga su mirada de una pared para suspirar "he tocado fondo".
Los datos municipales de la provincia hablan por sí solos. Lo que se conoce como deuda viva , el débito que los ayuntamientos mantienen con las entidades financieras, alcanzó a 31 de diciembre de 2010, el último que ha publicado el Minsiterio de Hacienda, los 667 millones de euros, 20 millones más de lo que tiene una comunidad autónoma entera como el País Vasco. La 'deuda viva' es un termómetro porque sobre esa deuda bancaria repercute todo lo demás, la otra deuda, que es la que asfixia a proveedores, concesionarias y trabajadores. Y la deuda viva también es el mejor ejemplo del comportamiento de munícipes manirrotos, envalentonados por el dinero del ladrillo, creyéndose pequeños reyes de Taifas, eternos en una megalomanía de pueblo. Las plantillas infladas, los favores pagados, el amiguismo de las asesorías, las cuitas políticas de bar de plazoleta han llevado a muchos ayuntamientos de la provincia a esta situación límite en la que sólo la solidaridad vecinal, no podía ser de otra forma, palía el descalabro.
Detrás de Madrid y Barcelona, la provincia es la que tiene más municipios en el ranking de los cien más endeudados de España. Durante años se ha aceptado como real una ficción en los ayuntamientos. La presentación de los presupuestos suponía el ejercicio de prestidigitación por el cual sobre el papel el balance de ingresos y gastos era el mismo. Pero esto nunca fue así. Esa ficción fue devorando capítulos presupuestarios, empezando por el de los proveedores y las concesionarias hasta que la mentira no pudo sostenerse más y llegó al capítulo sagrado, el Uno, donde se recogen los gastos de personal.
Es lo que se le sucede al alcalde de Puerto Serrano, Pedro Ruiz, de Izquierda Unida, que sugiere entregarle las llaves del Ayuntamiento a la Junta o a la Diputación para que lo gestionen ellos... si pueden. "Las administraciones, además, están provocando que las deudas se vayan haciendo insalvables ya que van delegando sobre los ayuntamientos funciones y no las van dotando presupuestariamente y lo poquito que tienen que pagar tampoco lo pagan". Los pocos empleados municipales lo entienden todo, pero lo que necesitan es cobrar, algo que no ocurre desde el pasado mes de junio. De momento, Ruiz se defiende con gestos. Afirma no haber cobrado ni un euro desde que ganó las elecciones y seguirá sin hacerlo mientras no pueda pagar a los trabajadores.
Lo que piensa Ruiz no es una reflexión aislada. El flamante presidente de la FEMP, que engloba a los municipios de toda España, Juan Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla, considera que "las autonomías y el Gobierno tiene que pagar aquello que les corresponde y no derivar a los ayuntamientos aquello que no tienen que pagar. Lo que deben hacer es saldar por lo menos las deudas que tienen con los consistorios con el objetivo de no incrementar la mala situación de las finanzas municipales". Según Zoido, los órganos superiores maquillan parte de su deuda traspasándola a los ayuntamientos y son los ayuntamientos los que tienen que dar la cara ante los ciudadanos y, ahora también, ante los trabajadores a los que no pueden pagar.
En Barbate ya ni fían en las tiendas. El desplome económico de esta localidad señera en la pesca del atún, azotada desde múltiples frentes, con su flota pesquera arruinada, es dramático. José Ramón Torres, portavoz de UGT en Barbate, afirma que "son muchos los empleados municipales que ya no tienen ni para las necesidades más básicas. No estamos hablando de pagar la hipoteca o la letra del coche. No tienen para comer". Rafael Quirós, uno de los pocos socialistas que retuvo la alcaldía en las pasadas elecciones municipales, ha hecho malabarismos para pagar la extra del pasado verano... el pasado viernes. Las cuatro últimas nóminas no se han pagado, pero es que la deuda sobre deuda hace imposible la liquidez. Con casi 400 empleados municipales, Barbate lleva renqueando cuatro años para atender los pagos. La prueba de que el dinero no llega está en que Endesa ha decidido cortar la luz a las instalaciones municipales de Servicios Sociales. Quirós ha abanderado una rebelión de alcaldes solicitando una amnistía. "O se empieza desde cero o habrá que cerrar los ayuntamientos".
En La Línea, donde se han registrado quizá las protestas más radicales, el Patrica, irregular acróstico de Tributos de Participación de la Comunidad Autónoma, ha acudido al rescate del gobierno municipal, que ya no sabía cómo detener la ira de unos empleados a lo que se les adeudaba el sueldo desde el pasado mes de junio, condenados a pasar un verano a dos velas.
Mientras, en la cercana Los Barrios, con otro verano de impagos, el curso empezó el 1 de septiembre con las puertas del Ayuntamiento selladas con silicona por los propios trabajadores. El alcalde, el andalucista Jorge Romero, no pudo hacer mucho más que encogerse de hombros y recordar que esta pataleta supondría un gasto imprevisto en cerraduras. Cuando la situación llega al límite, el más pequeño hace sonar la caja registradora. Y, al fin y al cabo, hasta una cerradura, la que muchos alcaldes sellarían en sus ayuntamientos, cuesta un dinero. Es el tiempo de los cerrajeros.
(Publicación 04-11-2011)
El Ayuntamiento despedirá a 16 empleados en un primer recorte
El equipo de gobierno lleva este jueves al
pleno la amortización de las plazas que ocupan al considerarlas
prescindibles · Auxiliares administrativos, un letrado y trabajadores de
Deportes, entre los afectados.
En una rueda de prensa, el político socialista agregó que ésta será solo "una primera amortización a la que pronto seguirán otras. Estas medidas no son agradables pero hay que tomarlas. Son plazas innecesarias que hay que eliminar. El 85% del dinero real que entra en el Consistorio es para nóminas y eso no puede ser. Tenemos que reducir los gastos de personal para regular el pago a la plantilla y prestar unos servicios adecuados", puntualizó el concejal, quien recordó la escasez de recursos que acosa a la Administración local.
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